martes, 29 de abril de 2008
Niveles de estructura de la Materia Viva I
Ya en 1809 Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monel, caballero de Lamarck (1714-1829), publicó su obra Philoso-pltie Zoologique ("Filosofía zoológica"), en la que explicaba cómo creía que había tenido lugar la evolución. Si bien los dos puntos más importantes de su teoría tienen que ver con el desarrollo o la atrofia de tejidos y órganos en función de su uso y desuso y la herencia de los caracteres adquiridos, Lamarck destacó que la evolución era lineal y se caracterizaba por la aparición progresiva de las estructuras en los seres vivos.
Estos conceptos de Lamarck se pueden generalizar a todos los testimonios de la vida en nuestro planeta y a lo largo de millones de años de la historia geológica. Como resultado de la evolución, en la naturaleza existen organismos que tienen una amplia gama de complejidad estructural, en relación con sus funciones vitales. La enorme diversidad de formas vivientes se organiza, entonces, en grados de creciente complejidad y especialización, y constituyen los niveles de organización de la materia viva.
Al igual que los ladrillos son indispensables para la construcción de una pared, las células constituyen la base estructural y funcional que permite el desarrollo de la vida.
La célula es la unidad de estructura, origen y función de los seres vivos. Todo ser vivo, entonces, consta de por lo menos una célula, y como organismo unicelular puede llevar a cabo todas las funciones necesarias para la supervivencia y la reproducción.
Muy pronto en la historia evolutiva, las células empezaron a agruparse formando colonias (conjuntos más o menos laxos). Pero al aparecer los organismos multicelulares más complejos, fueron necesarias una división del trabajo y una coordinación de las distintas funciones corporales, es decir, las células se agruparon en tejidos.
En cualquiera de sus variantes, la multicelularidad garantiza, un desempeño más eficaz al lograr la distribución de diferentes actividades entre grupos distintos de células. Así, se comenzó a recorrer el camino de la especialización: células con funciones comunes adquieren características estructurales semejantes.
En los organismos que poseen una estructura aún más compleja, los tejidos se agrupan en órganos, y los órganos, en sistemas de órganos. De la célula al sistema de órganos, los seres vivos han recorrido entonces un camino progresivo de mayor diferenciación y eficacia funcional.
En resumen, los seres vivos pueden presentar los siguientes niveles de organización como unidades funcionales y estructurales: celular, colonial, tisular (de tejidos), orgánico (de órganos) y de sistemas de órganos.
Seleccionado y modificado de Barderi y col. 2001
Prof. Alicia Dutra
Niveles de estructura de la Materia Viva II
La historia de la vida no comienza con la célula. ¿Cómo llegó ésta a formarse? ¿Qué estructuras se reconocen en su interior?
Como veremos en el siguiente capítulo, la célula cuenta
en su interior con organelas (plastos, mitocondrias, etc.), y, a su vez, todos los materiales celulares están constituidos, en última instancia, por macromoléculas (como las proteínas y los ácidos nucleicos).
Si analizamos el caso de los virus, veremos que éstos se encuentran en el límite de la vida. ¿Por qué? Porque en realidad no son células. Están formados por una molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico) o ARN (ácido ribonucleico), rodeada por una cápsula proteica, o cápside, que adopta diferentes formas. A veces, los virus poseen una constitución compleja, como los bacteriófagos (virus que parasitan bacterias), o envolturas proteicas (virus de la gripe y de la inmunodeficiencia humana: VIH). Teniendo en cuenta las características descritas, los virus se sitúan en el nivel de organización de agregados macromoleculares.
Dentro de las células, los virus utilizan la energía, la materia y el sistema enzimático de aquéllas, y rcién entonces son capaces de reproducirse. Sólo pueden ser observados al microscopio electrónico, porque su tamaño no excede los 2.500 Á (1Á = 0,0000001 mm). La simplicidad de su estructura explica que carezcan de metabolismo, por lo que se convierten en parásitos obligados, causantes de muchísimas enfermedades.
Las macromoléculas -, posiblemente, los virus- han surgido, a su vez, de la unión de moléculas más sencillas, y las moléculas están constituidas por átomos. Así como la célula es la unidad de la materia viva, el átomo puede considerarse la unidad fundamental de la materia.
Obviamente, el átomo está formado, a su vez, por partículas subatómicas de complejidad variable, como los electrones, los quarks, etcétera.
Si ahora nos situamos en el otro extremo de la organización de los seres vivos, encontraremos que aun los organismos más complejos se agrupan entre sí y forman poblaciones de pocos o de muchos individuos de la misma especie, que se interrelacionan con otras poblaciones integrando las comunidades.
Y la historia no termina aquí. Si generalizamos el concepto de nivel de organización, la unión de todos las biocenosis de la Tierra constituye la biosfera. Y nuestro planeta Tierra (¿o deberíamos llamarlo, tal vez, planeta Vida?) integra el Sistema Solar, que a su vez forma parte de la galaxia Vía Láctea, que integra el Cúmulo Local de galaxias y, en definitiva, forma parte del Universo.
Seleccionado y modificado de Barderi y col. 2001
Imagen:Gonzalez A. y S. Rivas.1985
Prof. Alicia Dutra
domingo, 27 de abril de 2008
Moléculas de la vida I
Moléculas de la vida II
Son polímeros las macromoléculas formadas por subunidades repetidas del mismo tipo general (monómeros). Son polímeros las proteínas, los ácidos nucléicos y los polisacáridos.