Unidad y diferenciación
Ya en 1809 Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monel, caballero de Lamarck (1714-1829), publicó su obra Philoso-pltie Zoologique ("Filosofía zoológica"), en la que explicaba cómo creía que había tenido lugar la evolución. Si bien los dos puntos más importantes de su teoría tienen que ver con el desarrollo o la atrofia de tejidos y órganos en función de su uso y desuso y la herencia de los caracteres adquiridos, Lamarck destacó que la evolución era lineal y se caracterizaba por la aparición progresiva de las estructuras en los seres vivos.
Estos conceptos de Lamarck se pueden generalizar a todos los testimonios de la vida en nuestro planeta y a lo largo de millones de años de la historia geológica. Como resultado de la evolución, en la naturaleza existen organismos que tienen una amplia gama de complejidad estructural, en relación con sus funciones vitales. La enorme diversidad de formas vivientes se organiza, entonces, en grados de creciente complejidad y especialización, y constituyen los niveles de organización de la materia viva.
Al igual que los ladrillos son indispensables para la construcción de una pared, las células constituyen la base estructural y funcional que permite el desarrollo de la vida.
La célula es la unidad de estructura, origen y función de los seres vivos. Todo ser vivo, entonces, consta de por lo menos una célula, y como organismo unicelular puede llevar a cabo todas las funciones necesarias para la supervivencia y la reproducción.
Muy pronto en la historia evolutiva, las células empezaron a agruparse formando colonias (conjuntos más o menos laxos). Pero al aparecer los organismos multicelulares más complejos, fueron necesarias una división del trabajo y una coordinación de las distintas funciones corporales, es decir, las células se agruparon en tejidos.
En cualquiera de sus variantes, la multicelularidad garantiza, un desempeño más eficaz al lograr la distribución de diferentes actividades entre grupos distintos de células. Así, se comenzó a recorrer el camino de la especialización: células con funciones comunes adquieren características estructurales semejantes.
En los organismos que poseen una estructura aún más compleja, los tejidos se agrupan en órganos, y los órganos, en sistemas de órganos. De la célula al sistema de órganos, los seres vivos han recorrido entonces un camino progresivo de mayor diferenciación y eficacia funcional.
En resumen, los seres vivos pueden presentar los siguientes niveles de organización como unidades funcionales y estructurales: celular, colonial, tisular (de tejidos), orgánico (de órganos) y de sistemas de órganos.
Seleccionado y modificado de Barderi y col. 2001
Prof. Alicia Dutra
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